"Lo que no se convierte en recuerdo, no fué"

11 may 2010

...a veces odio recordar

Sin quererlo me topé contigo.

Te encontré ahí, donde la impotencia, la intolerancia, la mentira, la hipocresía, la antipatía…
Tal vez por masoquismo, o simplemente tratando de encontrar una explicación a tantos sentimientos negativos, mi subconsciente hurgó entre los malos recuerdos.

Estás en el lugar de los recuerdos imborrables por dolorosos. Aquellos que contaminan a los buenos. Los que, como si de un espeso fuel se tratara, impregnan cada rincón de tu mente, y, aunque trates de extirparlos, siempre dejan huella.
Pasan desapercibidos. Pero se encuentran justo ahí, ocupando un espacio esencial, sin que puedas desprenderte de ellos, taparlos con otros alegres, o ignorar su presencia.

No fue difícil dar contigo, pues ocupas la mayor parte de ese espacio. Y sin embargo, me sigue costando asumir que estés clasificado en ese grupo.
Pero no me culpes. No fui yo quién te puso ahí.
No, no puedo hacer eso con los recuerdos.
No puedo controlar su libre albedrío, pues se colocan por sí solos dependiendo de lo que evoquen en mi.

Me enseñaste muchísimas cosas, no puedo negártelo. De ti aprendí que se puede odiar, guardar rencor, y al mismo tiempo tener una infinita lista de reproches.
Sin embargo, son cosas que debí haber aprendido, tal vez, de amigos, enemigos, o simplemente no haberlas aprendido nunca.

Tampoco es frecuente acumular este tipo de sentimiento hacia una figura como la que tú deberías representar en mi.

Aborrezco tu risa y la forma de tu pelo, tu olor y el sonido de la pita de tu coche.
Detesto cada una de tus llamadas nocturnas, e-mails y cartas con desvaríos diversos.
No concibo como puedes mostrar dos caras completamente diferentes.

Odio como la trataste, y que eso la haya marcado de por vida.

Pero sobretodo odio tener que cargar contigo y tu recuerdo.

Que seas un lastre, lo odio.

9 may 2010

Vidas anónimas

Unos ojos verdes, muy claros, casi grises, dando vida a una mirada ausente.
Irradiaban inocencia. Revelaban algún tipo de deficiencia mental, apenas perceptible.
Apoyado en la ventana divagaba por su mente, o simplemente contaba las líneas en la carretera.

Dos señoras hablaban de los achaques de la edad, de lo grande que están sus nietos, de lo raro que está el tiempo.
Con una falsa sinceridad se sonreían y se preguntaban sobre sus familias, maridos, hijos,… Haciendo creer a la otra que de verdad le importaba.

Sospechosa sombra de barba, y entradas capilares a temprana edad, que trataba de disimular con una larga melena perfectamente planchada. Ropa y aroma de mujer, que, sin embargo, no ocultaban que nació en un cuerpo equivocado.

Un discman que se resiste a la extinción, en manos de un ex presidiario. Nerviosismo patológico, tatuajes talegueros y chaqueta militar. Infancia marcada por algún tipo de trauma, juventud problemática, y madurez demasiado tardía.

Y una chica con una maleta y mucha imaginación.

¡Mira que va gente rara en la guagua!